Uno de los más graves males que aquejan a los jóvenes en nuestro tiempo son la frustración y la ansiedad, según expresó el Dr. Juan Ramón De La Fuente, Psiquiatra de profesión, Ex Rector de la UNAM y Embajador Permanente de México ante la ONU, durante la inauguración de la Conferencia Internacional de la Asociación Internacional de Universidades, el pasado 13 de noviembre.
La frustración, entendida como el “sentimiento que se genera en un individuo cuando no puede satisfacer un deseo”, puede tener muchas y muy diversas fuentes, que sin duda están ligadas a la estructura que, como sociedad, como raza humana, hemos construido alrededor de todo el planeta. De hecho, ningún país o región del mundo es ajeno a esta situación, lo que significa que el desarrollo político, económico y social de una nación no garantiza necesariamente el bienestar de sus ciudadanos; hay algo más.
La ansiedad por otra parte, que es una de las formas de respuesta del organismo precisamente ante la frustración, se define como“una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, que son percibidos como amenazantes y/o peligrosos, y se acompaña de un sentimiento desagradable o de síntomas de tensión. Se trata de una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza.”
Esta percepción personal, más que un diagnóstico profesional como Psiquiatra del Dr. De La Fuente (expresado así por él mismo), nos invita a reflexionar en 2 sentidos:
- ¿Qué tanto somos las instituciones educativas, y más específicamente las áreas de Servicios Escolares, fuente de la frustración y ansiedad de nuestros estudiantes y de nuestros equipos de trabajo; o en qué medida contribuimos a disminuir su frustración y ansiedad?
- Siendo nosotros mismos sujetos de frustración cotidianamente, ya sea de origen profesional o personal, ¿cómo reaccionamos o manejamos dicha frustración?
Esta reflexión resulta especialmente útil y hasta necesaria en los últimos meses y frente a los acontecimientos que estamos viviendo en nuestro trabajo: nuevas leyes en diversos ámbitos, pero sobre todo en el educativo, que conviven con regulaciones elaboradas previamente y que no necesariamente responden a las nuevas disposiciones; la incertidumbre que genera en el día a día esta situación así como el contenido de las regulaciones que faltan por ser emitidas; la alta demanda de servicios hacia las autoridades que no pueden ser satisfechos de manera oportuna; entre muchas otras quizá también de carácter interno de nuestras instituciones, que nos generan igualmente frustración y ansiedad.
En este punto conviene recordar la vieja frase “no se trata de lo que te suceda en la vida, sino de lo que hagas con eso que te sucede”.
Hagamos de eso que “nos sucede” una oportunidad para despertar nuestra creatividad y aportar lo mejor de nosotros para resolver o aminorar lo que nos frustra, tanto a nosotros como a nuestros estudiantes, con responsabilidad, prudencia y determinación.
Francisco Maldonado Altieri