Editorial 9: Igualdad y equidad en la educación: pensar en personas antes que en sexos y géneros

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Estamos en una época donde la palabra “género” se ha convertido central en los movimientos sociales, discursos, políticas e incluso leyes de diversa índole, y sin duda, la educativa.

Con la reforma al artículo tercero constitucional hay una clara orientación hacia los programas de estudio con perspectiva de género y a encaminar diversos esfuerzos para combatir la desigualdad de género. En la Ley General de Educación se habla de la obligación del Estado a prestar servicios de equidad y excelencia a la población vulnerable por diversos factores, entre ellos, el género.Asimismo,se acentúa la finalidad de que la educación debe erradicar la desigualdad yser inclusiva, de modo que se deben instrumentar acciones para que ninguna persona quede excluida del Sistema Educativo Nacional por razones de sexo o género (entre otras).

Cada vez más, esta perspectiva, estará inmersa en las prácticas educativas y la atención que deben tener las instituciones para con ella. Evidentemente esto no es por moda sino a causa de diversos movimientos (sobre todo feministas) desde varias décadas atrás.

De acuerdo con Martha Lamas hoy se denomina género al conjunto de ideas, representaciones, prácticas y prescripciones sociales que se elaboran a partir de la diferencia anatómica entre los sexos. O sea, el género es lo que la sociedad considera lo “propio” de los hombres y lo “propio” de las mujeres. Se reproduce mediante costumbres y valores profundamente tácitos que han sido inculcados desde el nacimiento con la crianza, el lenguaje y la cultura. Cambia históricamente, de época en época.

Hablar de género, es tratar de visibilizar que las relaciones entre personas son mediadas por su sexo, pues de acuerdo al sexo se asigna en automático el género que debemos tener y con él, se estipulan una serie de características que deben tener tanto hombres y mujeres, pero ¿qué sucede con las personas que no cumplen con el deber social que se marca para ellos?, es totalmente claro en nuestra sociedad que se les suele discriminar, segregar, señalar o incluso pensar que tienen alguna patología.

Estamos en la época también de las etiquetas, donde se habla de personas transgénero, transexuales, agenero, binarias, entre otras. Con esto, existe actualmente una fuerte polémica en que no debemos estar etiquetando a las personas por su identidad de género, y, por otro lado, donde se dice que se debe nombrar a la diversidad, pues en medida que lo nombramos y se incorpora al lenguaje, también se le visibiliza.

Sin duda el foco de las instituciones educativas deberá ser la formación de personas independientemente de su identidad de género o el sexo con el que haya nacido o de cualquier etiqueta, lo cual, será todo un reto, ya que la escuela es de las primeras instancias socializadoras del género, sin embargo, mientras se transita a tener el foco en las personasserá necesario reconocer y nombrar la diversidad existente,además de realizar acciones encaminadas a favor de la igualdadentre los géneros, así como el acceso y permanencia en el sector educativo como un derecho humano.

Pamela Álvarez Morales

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